martes, 28 de junio de 2011

ATENTADO EN SARAJEVO


Francisco Fernando nació en Graz, Austria, hijo mayor del archiduque Carlos Luis de Austria (hermano del emperador Francisco José) y de su segunda esposa, la Princesa Maria Annunciata de las Dos Sicilias. Cuando sólo tenía doce años murió su primo, Francisco V de Módena, y nombró a Francisco Fernando su heredero a condición de que añadiera el apellido De Este al propio. Francisco Fernando entonces se convirtió en uno de los hombres más ricos de Austria.
Escudo de la Familia Austria-Este, utilizado por el Archiduque Francisco Fernando.

Cuando nació, no había motivo para creer que se convertiría en el heredero del trono austrohúngaro. Se le proporcionó la estricta educación que era normal en un Archiduque con énfasis en el aprendizaje de la historia y en la formación de un carácter moral. Desde 1865 hasta 1876 su tutor fue el historiador Onno Klopp. En 1877 Francisco Fernando entró en el ejército, y en 1899 era ya general de caballería.

De joven, Francisco Fernando desarrolló dos grandes pasiones: la caza y viajar. Se calcula que mató más de cinco mil ciervos a lo largo de su vida. En 1883, visitó Italia por primera vez para ver las propiedades que le había dejado el Duque Francisco V de Módena. En 1885 viajó a Egipto, Palestina, Siria y Turquía, y en 1889 a Alemania.

En 1889, la vida de Francisco Fernando cambió radicalmente. Su primo, el Príncipe Heredero Rodolfo, se suicidó en su pabellón de caza en Mayerling, dejando al padre de Francisco Fernando, el Archiduque Carlos Luis, como el primero en la línea sucesoria al trono. Por lo tanto, lo más probable era que Francisco Fernando, a su vez, lo sucediera.

En 1895 Francisco Fernando conoció a la Condesa Sofía Chotek en un baile en Praga. Para ser una posible pareja de un miembro de la Dinastía Habsburgo, uno debía pertenecer a una de las dinastías reinantes -o que hubiera reinado- en Europa. Los Chotek no eran una de esas familias, aunque ellos incluyen entre sus antepasados, en la línea femenina, a Príncipes de Baden, Hohenzollern-Hechingen y Liechtenstein.

En 1899, el emperador le permitió casarse con Sofia, a condición de que el matrimonio fuera morganático y que sus descendientes no tuvieran derechos sucesorios. Sofía no compartiría el rango de su esposo, ni su título, precedencia o privilegios; como tal, no aparecería normalmente en público a su lado. La boda se celebró el 1 de julio de 1900, en Reichstadt (hoy Zákupy) en Bohemia; Francisco José no acudió, ni lo hizo ningún archiduque, incluidos los hermanos de Francisco Fernando. Los únicos miembros de la familia imperial que estaban presentes eran la madrastra de Francisco Fernando, María Teresa, y sus dos hijas. Después del matrimonio, Sofía recibió el título de Princesa de Hohenberg (Fürstin von Hohenberg) con el trato de Su Serena Alteza (Ihre Durchlaucht). En 1909, se le dio el más importante título de Duquesa de Hohenberg (Herzogin von Hohenberg) con el tratamiento de Su Alteza (Ihre Hoheit). Esto incrementó considerablemente su estatus, pero aún estaba en el ceremonial de la corte por detrás de todas las Archiduquesas. Cuando alguna ceremonia requería que la pareja apareciera con otros miembros de la realeza, Sofía era forzada a permanecer muy por debajo de la línea de importancia, separada de su marido.

El 28 de junio de 1914, aproximadamente a las 11 de la mañana, Francisco Fernando y su esposa fueron asesinados en Sarajevo, capital de la provincia austro-húngara de Bosnia-Herzegovina, por Gavrilo Princip, extremista serbio y uno de los varios asesinos controlados por Mano Negra, grupo terrorista serbio. El acontecimiento, conocido como el Asesinato de Sarajevo, fue uno de los desencadenantes de la Primera Guerra Mundial.

Es muy poco conocida su costumbre de llevar la ropa siempre impecablemente planchada y abotonada; hasta tal punto llevó este gusto por la pulcritud que se hacía coser la ropa durante los desfiles o paradas militares, para evitar que las solapas se abrieran con el viento. El día del atentado el hecho de llevar la casaca cosida impidió que se le pudiese socorrer a tiempo, tapándole la herida de bala o deteniendo el flujo de sangre con un simple pañuelo, lo que originó una hemorragia abundante y la consiguiente muerte.

Francisco Fernando fue enterrado con su esposa Sofía en el panteón de familia del Castillo de Artstetten, en la Baja Austria).

lunes, 27 de junio de 2011

PRIMER INVASIÓN INGLESA


Hacia fines de 1805 la idea de una posible invasión inglesa ya recorría Buenos Aires. Esta capital sudamericana, con sus 45.000 habitantes, era uno de los puertos más prósperos del Nuevo Mundo. El virrey Rafael de Sobremonte había solicitado refuerzos militares a España en varias oportunidades. Los cuerpos militares del virreinato habían sufrido muchas bajas en los últimos tiempos, en particular, durante la sublevación indígena liderada por Túpac Amaru. Sin embargo la única respuesta que obtuvo fueron unos cuantos cañones y la sugerencia de armar al pueblo para la defensa. Pero el virrey entendía que darle armas a los criollos, muchos de ellos influenciados por ideas revolucionarias, era una estrategia peligrosa para los intereses de la corona.
El jueves 2 de enero de 1806 arribó al puerto de la Ensenada de Barragán el Bergantín mercante Espíritu Santo, el cual es interrogado por el Alférez Navarro por orden del Capitán de Puerto Santiago de Liniers, de origen francés, al servicio de la corona española. El Capitán del Mercante Francisco Paula de Fernández informa haber avistado una flota británica en Todos Los Santos, Brasil, el pasado diciembre de 1805. Esta flota es parte de la expedición de Sir David Baird que se dirigía a la colonia holandesa de Cabo de Buena Esperanza.
Sobremonte recibió esta noticia de que una flota británica se había aprovisionado en el puerto de Bahía, Brasil, y siguiendo las medidas estipuladas por la corona, organizó las escasas tropas virreinales para la defensa del estratégico puerto de Montevideo, el cual poseía suficiente calado para permitir la entrada de buques de guerra, lo que lo convertía en la plaza militar más importante sobre el Río de la Plata.
Liniers recibió la orden de armar una flota para resguardar las costas y asegurar la libre navegación entre Montevideo y Buenos Aires y fue designado comandante del puerto de Ensenada de Barragán, a unos 70 km al sur de Buenos Aires. Liniers había sido enviado al virreinato en 1788 como Capitán de Puerto. Era hermano del Marqués de Liniers, poderoso comerciante francés en Buenos Aires, y ambos pertenecían al grupo de porteños que simpatizaban con Francia. El gobernador de la Plaza de Montevideo convocó a los habitantes y a las milicias para organizar la defensa ante la posible invasión. A dicha convocación acudió Azopardo segundo comandante de la Fragata Corsaria Dromedario. Se le asignó la Lancha Obuse ‘’Invencible Nº4’’, para realizar misiones de vigilancia costera. La tripulación se compuso por parte de la perteneciente a la Dromedario.

Organización del ejército invasor

En enero de 1806 se producía la segunda conquista del Cabo de Buena Esperanza por un ejército británico al mando del teniente general David Baird. La captura para la Corona Británica de la colonia holandesa del Cabo de Buena Esperanza había sido lograda con la misma flota que había causado alarma en el Río de la Plata. Por esos días Napoleón triunfaba en las batallas de Jena y Auerstaedt, lo que consolidaría a Francia como la potencia hegemónica en Europa.
Popham mantenía contacto con comerciantes establecidos en Buenos Aires, entre ellos William White, a quien debía una importante suma de dinero. El 28 de marzo llegó al Cabo desde Buenos Aires el barco negrero Elizabeth que habría traído una carta de White en la que este indicaba que se encontraba en la ciudad un tesoro de más de un millón de pesos provenientes de Potosí listo para ser enviado a España, con el cual Popham podría saldar su deuda. El comodoro intentó persuadir a Baird para que le brindara su apoyo para tomar el Río de la Plata, valiéndose de varios argumentos y asegurando que recibirían el apoyo de la población local, pero el general no accedió.
Baird se encontraba en una posición incómoda, lo que explicaría por qué le otorgó a Popham el Regimiento 71 escocés, uno de los cuerpos más sólidos del ejército del Reino Unido, al mando del teniente coronel Denis Pack, para una misión que no había sido aprobada oficialmente. Por un lado, los gobernadores de colonias remotas tenían el poder de decidir acciones militares de urgencia. Por otro lado, la ley británica establecía porcentajes de los botines de guerra que eran entregados a los participantes, en particular, los militares de alto rango podían recibir importantes sumas. Además, si la expedición partía sin la ayuda de Baird y fracasaba, Popham podría acusar a Baird ante un tribunal de guerra.
El 14 de abril, la flota británica cruzó el Atlántico, en dirección al Río de la Plata. Baird nombró general al coronel William Carr Beresford para que liderase el ataque a Buenos Aires. La escuadra llegó a Santa Elena el 29 de abril, y Popham logró que el gobernador de la isla le prestara 280 soldados para su misión, y envió una carta a Londres, dando a conocer los motivos por los cuales se dirigía a Sudamérica y basó sus argumentos en el memorándum de 1804. Lo que Popham desconocía era que Pitt había muerto recientemente y que en su lugar había asumido William Wyndham Grenville, del partido opositor Whig.
En mayo, Popham envió a la fragata HMS Leda por delante de la escuadra para sondear el río. El 19 de mayo el capitán envió a un oficial y tres marineros con un bote a las costas cerca de Santa Teresa, para que tomasen notas de las costas y la zona, pero son capturados por una partida de milicianos, que los trasladan a Buenos Aires, donde después de tomarles declaración, el virrey no tomó ninguna medida adicional,5 quizás porque no obtuvo nada del oficial, o este muy probablemente desconociera los detalles del plan (por su rango). Los prisioneros fueron confinados en Las Conchas.

Conquista británica de Buenos Aires

La flota fue avistada frente a Montevideo el 8 de junio. El 24 de junio Beresford amagó un desembarco en Ensenada, realizando maniobras frente a Punta Lara y abriendo fuego contra las fortificaciones.
El 25 de junio una fuerza de unos 1.600 hombres al mando de Beresford, entre ellos el Regimiento 71 de Highlanders, desembarcó en las costas de Quilmes sin ser molestados. Recién al día siguiente se dispuso en Buenos Aires marchar hacia ellos, bajo el mando del nuevo Subinspector del Ejército, coronel Pedro de Arze. Cuando se estuvo frente al enemigo, se rompió fuego, aunque la carga posterior de las tropas invasoras forzó a una retirada general de los defensores.
Sobremonte intentó una estrategia de defensa, armando a la población y apostando a sus hombres en la ribera norte del Riachuelo, confiando en poder atacar a los británicos de flanco. Pero el reparto de armas fue un caos, y las tropas no pudieron detener el rápido avance inglés; de modo que el virrey quedó fuera de la ciudad, sin posibilidad de intentar nada.

La Rendición

El 27 de junio las autoridades virreinales aceptaron la intimación de Beresford y entregaron Buenos Aires a los británicos. En la tarde de ese mismo día, las tropas británicas desfilaron por la plaza mayor (la actual Plaza de Mayo) y enarbolaron la bandera del Reino Unido, que permanecería allí por 46 días.
Manuel Belgrano, secretario del Consulado de Buenos Aires (y de todo el virreinato) y Capitán Honorario de Milicias Urbanas, manifestó la necesidad de reubicar el Consulado en el lugar en donde el virrey estuviese y se dirigió ante Beresford a presentar la solicitud. Mientras tanto, los demás miembros del Consulado juraron el reconocimiento a la dominación británica. Belgrano prefirió retirarse "casi fugado", según sus propias palabras, a la banda oriental del Río de la Plata, a vivir en la capilla de Mercedes, dejando en claro su postura al pronunciar su célebre frase: "Queremos al antiguo amo o a ninguno".
El virrey abandonó la capital en la mañana del 27 de junio y se retiró a Córdoba junto con algunos centenares de milicianos que no tardaron en desertar: contrariamente a una persistente leyenda, no llevaba consigo los caudales, ya que los mismos habían sido evacuados dos días antes de acuerdo a un plan trazado el año anterior. Beresford demandó la entrega de los caudales del Estado y advirtió a los comerciantes porteños que en caso contrario retendría las embarcaciones de cabotaje capturadas e impondría contribuciones. El Cabildo no vaciló en enviar una comisión a Sobremonte rogándole entregara el tesoro a un destacamento inglés enviado en persecución del mismo. Éste tesoro fue trasladado a Londres y paseado como trofeo de guerra, antes de ser depositado en un banco.
El 14 de julio, Sobremonte declaró a Córdoba la capital provisoria del virreinato. Asimismo, instó a que se desobedecieran todas las órdenes provenientes de Buenos Aires mientras durara la ocupación. Se dedicó a organizar un ejército con el que reconquistar la capital, pero la tarea tropezó con toda clase de dificultades, y sólo dos meses más tarde estuvo listo.
Los porteños estaban, en general, descontentos con la metrópoli, y por tanto, en un primer momento los británicos fueron recibidos con entusiasmo. Sin embargo, los grupos partidarios de la independencia reconocieron la amenaza latente en la ayuda británica. La ocupación era la excusa perfecta para establecer el dominio que el Reino Unido anhelaba sobre la región. Una de las primeras medidas que tomó Beresford fue decretar la libertad de comercio y de reducción de aranceles. Al darse cuenta de que los ocupantes no tenían otros planes, sino convertir al Plata en una colonia británica, se sumaron a los grupos que preparaban una rebelión.

La Reconquista de Buenos Aires

Ante la inmovilidad de las autoridades virreinales, los vecinos de la ciudad, criollos y españoles por igual, comenzaron a armarse para defenderse por sus propias manos. Se organizaron varios grupos clandestinos que planeaban atacar el fuerte, residencia temporal de Beresford, con explosivos caseros. Estos movimientos tuvieron el apoyo de los monopolistas (entre ellos Martín de Álzaga), que se veían severamente perjudicados con el libre comercio decretado por el representante de Jorge III de Inglaterra (y que fuera aprobado por este soberano cuando los británicos ya no gobernaban sobre el Río de la Plata).
El 1 de agosto una guerrilla amparada por el rico comerciante español Martín de Álzaga en los Caseríos de Perdriel, fuera del casco urbano (la actual Chacra Pueyrredón, en el partido de General San Martín),6 dirigida por el criollo de ascendencia francesa Juan Martín de Pueyrredón, fue derrotada por una fuerza inglesa de 550 hombres. Pero la mayor parte de las tropas quedaron intactas para reconquistar la ciudad.
Antes de que los rebeldes porteños pudieran llevar a cabo su plan, nuevas tropas arribaron a Buenos Aires: estaban comandadas por Liniers, que había abandonado su posición en Ensenada y cruzado el Plata para organizar las tropas para la reconquista. Desde Montevideo, y con la ayuda de Pascual Ruiz Huidobro, gobernador de esa ciudad, el francés organizó un ejército que partió el 23 de julio para Colonia y el 3 de agosto fue embarcado en una flota de 23 naves hacia Buenos Aires para la reconquista.
Cruzó el Río de la Plata aprovechando una sudestada, tempestad que dejó inmóviles a los buques británicos y en medio de la niebla. Avanzando desde el Tigre (Puerto de las Conchas), se sumaron a este ejército miles de hombres entusiasmados.
El 12 de agosto, Liniers avanzó sobre la ciudad desatando una batalla campal en distintas calles de Buenos Aires, hasta acorralar a los británicos en el Fuerte de la ciudad. También salieron a la calle centenares de voluntarios organizados y entrenados por Álzaga.
Beresford firmó la capitulación el 20 de agosto, en la que se acordaba el intercambio de prisioneros entre ambos bandos. Temiendo un segundo ataque, el Cabildo presionó para que los prisioneros británicos fueran enviados al interior, anulando así los términos de la rendición.
Retomada la ciudad, la Real Audiencia de Buenos Aires asumió el gobierno civil y decidió entregarle la Capitanía General a Liniers. Asimismo, la corona española le agregó el título "La muy fiel y reconquistadora" a la ciudad de Montevideo y en el escudo de dicha ciudad se agregaron banderas británicas caídas, indicando la derrota de los británicos frente a Montevideo.
Popham fue juzgado por una corte marcial británica por haber abandonado su misión en Cabo de Buena Esperanza, pero su castigo se limitó a ser "severamente amonestado". La ciudad de Londres le otorgaría luego una espada de honor por sus esfuerzos por abrir nuevos mercados; la sentencia nunca llegó a afectarlo.

jueves, 23 de junio de 2011

ERNESTO SABATO CUMPLIRIA 100 AÑOS


Este físico que tenía como hobbie la pintura escribió más de 20 ensayos (el último en 2004) y tres novelas que fueron impresas en 15 lenguas: ‘El túnel‘(1948), que fue traducida al francés por recomendación del Premio Nobel de Literatura 1957 Albert Camus; ‘Sobre héroes y tumbas‘ (1961); y ‘Abaddón el exterminador‘ (1974). ‘Nunca me he considerado un escritor profesional, de los que publican una novela al año. Por el contrario, a menudo, en la tarde quemaba lo que había escrito a la mañana‘, contó varias veces el autor que nació el 24 de junio de 1911 en la localidad bonaerense de Rojas y murió a las puertas de cumplir un siglo. Sin embargo, el notable y polémico ensayista no fue ajeno a duras críticas. Como en 1976 cuando, junto a Jorge Luis Borges, formó parte de un grupo de intelectuales que almorzó con Jorge Rafael Videla, que dos meses antes había encabezado el golpe militar que instaló en la Argentina la última dictadura (1976-1983). Años después, el escritor cuestionó al régimen e incluso desafió la censura publicando extensos ensayos en los que criticaba a la dictadura. Y llegó a lograr el reconocimiento por su compromiso en la defensa por los derechos humanos.

(fuente: www.ellitoral.com)

miércoles, 22 de junio de 2011

BIOGRAFÍA DE MANUEL BELGRANO


1770: 3 de junio, nace en Buenos Aires Manuel Belgrano.

1776: Carlos III crea el Virreinato del Río de la Plata y designa a Pedro de Ceballos como primer virrey. Tiene lugar la Independencia de los EE.UU. En Inglaterra, comienza la Revolución Industrial.

1777: Juan José Vértiz reemplaza a Ceballos como virrey.

1783: Manuel Belgrano inicia sus estudios en el Real Colegio de San Carlos.

1786: Se traslada a España junto a su hermano Francisco. Ingresa a la Universidad de Salamanca en la carrera de Derecho.

1789: Belgrano recibe el diploma de Bachiller en Leyes de la Universidad de Valladolid. El 14 de julio, comienza la Revolución Francesa. Los comerciantes porteños piden por carta a la corona que impida el ingreso de productos importados.

1790: Es designado presidente de la Academia de Derecho Romano, Política Forense y Economía Política de la Universidad de Salamanca.

1793: En Francia, el rey Luis XVI es ejecutado en la guillotina.

1794: Traduce al español las Máximas generales del gobierno económico de un reino agricultor, de François Quesnay. Regresa a Buenos Aires y asume la secretaría del Consulado, creado por Real Cedula de Carlos IV el 30 de enero.

1795: Presenta su primera Memoria anual en el Consulado. Se inicia en la ciudad de Córdoba la enseñanza del Derecho.

1796: Solicita y obtiene el nombramiento de su primo Juan José Castelli como su suplente durante sus licencias y ausencias.

1797: Es designado por el Virrey Melo como Capitán de las Milicias. Según los datos recogidos por Félix de Azara, los 180 mil habitantes de la gobernación de Buenos Aires, están distribuidos así: 72 mil en la Capital y los alrededores; 31 mil en la Banda Oriental y 75.000 en el Litoral.

1799: Crea la Escuela de Náutica y la de Dibujo. En Francia, Napoleón llega al poder tras un golpe de estado conocido como el 18 Brumario.

1801: Asume el virrey Joaquín del Pino. Aparece el primer número del Telégrafo Mercantil, Rural, Político Económico e Historiográfico del Río de la Plata, dirigido por Francisco Cabello. El periódico cuenta entre sus principales impulsores y columnistas a Manuel Belgrano.

1802: Gracias al impulso de Hipólito Vieytes y Manuel Belgrano aparece otro periódico político en Buenos Aires: el Semanario de Agricultura, Industria y Comercio."

1804: Asume el virrey Sobremonte. Napoleón es coronado emperador. Triunfa en Haití la revolución encabezada por esclavos y se proclama la independencia.

1806: Primera invasión inglesa al Río de la Plata comandada por William Carr Beresford. Belgrano participa activamente en la defensa. Tras la ocupación de Buenos Aires por las tropas británicas, se retira a la Banda Oriental para no jurar obediencia a los invasores.

1807: Segunda invasión inglesa por tropas al mando de John Whitelocke. Tras la reconquista, es destituido el Virrey Sobremonte y reemplazado por Santiago Liniers, aclamado por la voluntad popular y confirmado en el cargo por ordenanza real. Las tropas francesas invaden Portugal. La casa reinante portuguesa, los Braganza, se trasladan a Brasil.

1808: Napoleón invade España, hace abdicar a Carlos IV y a Fernando VII y nombra rey a su hermano, José Bonaparte. En el Río de la Plata, crecen los enfrentamientos entre Liniers, acusado por los españoles de ser un espía de Napoleón, y el gobernador de Montevideo, Javier de Elío.

1809: En Buenos Aires, se produce un motín para derrocar a Liniers encabezado por el comerciante español Martín de Álzaga. Belgrano, junto a otros criollos apoya a Liniers y logra la derrota de los españoles. La Junta de Sevilla decide reemplazar a Liniers por un nuevo virrey, Baltasar Hidalgo de Cisneros. Mariano Moreno, con la ayuda de Belgrano, publica la Representación de los hacendados, solicitando la libertad de comercio. Sublevaciones de Chuquisaca y La Paz. Cisneros decreta la libertad de comercio.

1810: Belgrano deja su cargo de secretario del Consulado. 25 de mayo: Primera Junta de Gobierno. Belgrano es nombrado vocal, pero el 22 de septiembre deberá dejar el cargo para asumir el mando de la expedición al Paraguay con el grado de General en Jefe.

1811: El 19 de enero es derrotado en Paraguarí y Tacuarí. Entrega el mando de las tropas a José Rondeau y viaja a Buenos Aires para ser juzgado por sus derrotas. Finalmente, será sobreseído de todos los cargos por falta de pruebas. Se le restablecen todos los grados militares y los honores correspondientes. El ejército patriótico es derrotado en Huaqui. Se pierde el Alto Perú. Cae la Junta Grande y asume el Primer Triunvirato.

1812: Parte hacia Rosario y crea dos baterías sobre el Paraná: Libertad e Independencia. Belgrano le propone al Triunvirato la adopción de una escarapela blanca y celeste. La propuesta es aprobada el 18 de febrero de 1812. Pocos días después, el 27 de febrero, Belgrano hizo formar a sus tropas frente a una bandera con los colores de la escarapela. El triunvirato, a través de su secretario Bernardino Rivadavia, se opuso y le ordenó guardar esa bandera y seguir usando la española. Es designado como jefe del Ejército del Norte. En julio encabeza el éxodo del pueblo jujeño. El 3 de septiembre logra la victoria de Las Piedras y el 24 derrota a las fuerzas de Pío Tristán, frenando el avance español en el Norte.

1813: Se reúne la Asamblea General Constituyente, conocida como Asamblea del Año XIII. El 20 de febrero, vuelve a derrotar a las tropas de Pío Tristán, esta vez en Salta. Pero el 1º de octubre de 1813, en Vilcapugio y, el 14 de noviembre, en Ayohuma, sufre dos graves derrotas.

1814: Se reúne con San Martín en la Posta de Yatasto. En España, Fernando VII recupera su trono tras la abdicación de Napoleón. Belgrano parte hacia Europa, junto a Bernardino Rivadavia, en una misión diplomática. La Asamblea crea el cargo de Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata y designa a Gervasio Posadas en ese puesto.

1815: El Director Posadas es reemplazado por su sobrino Carlos María de Alvear, muy impopular en las provincias, que se sublevan al igual que el ejército del Norte desconociendo su autoridad. Alvear renuncia y lo reemplaza Álvarez Thomas. Belgrano sigue en Europa. Napoleón es definitivamente derrotado en Waterloo.

1816: Comienza a sesionar el Congreso Constituyente de Tucumán. Belgrano regresa al país y participa activamente en el Congreso proponiendo la coronación de un príncipe inca. 9 de julio: declaración de nuestra independencia. 25 de julio: el Congreso decreta el uso de la bandera creada por Belgrano como insignia nacional. El 3 de agosto es designado General en Jefe del Ejército del Perú en reemplazo de Rondeau, derrotado en Sipe Sipe.

1817: El Congreso se traslada a Buenos Aires. San Martín inicia el cruce de los Andes.

1819: En febrero el gobierno le ordena marchar hacia el Litoral para enfrentar a las montoneras federales de Artigas, López y Ramírez. Pide licencia por motivos de salud.
1820: Visita a su hija en Tucumán y parte hacia Buenos Aires. 20 de junio: muere en su casa paterna, frente al convento de Santo Domingo.

Fuente: www.elhistoriador.com.ar

miércoles, 15 de junio de 2011

REFORMA UNIVERSITARIA de 1918


El 15 de junio de 1918 los estudiantes de la universidad de Córdoba impidieron la designación del Dr. Antonio Nores como nuevo rector y declararon la huelga general. Luchaban porque el régimen universitario vigente, especialmente en la Universidad de esa provincia, tenía programas de estudio anacrónicos, porque el cuerpo de docentes y directivos no se renovaba y el ingreso estaba vedado a amplios sectores de la población. El gobierno de Hipólito Yrigoyen apoyó el movimiento y pronto la reforma se llevó a cabo. Los cambios realizados posibilitaron el cogobierno de estudiantes, graduados y profesores, la renovación de los programas de estudio y la apertura de los estudios superiores a la clase media. La Reforma Universitaria de 1918 tuvo un amplio impacto en toda América Latina e incluso varios de los manifiestos del Mayo Francés, en 1968, recordaban las jornadas de Córdoba. Para recordar este episodio, reproducimos a continuación el Manifiesto Liminar, redactado por Deodoro Roca, y publicado en una edición extraordinaria de la Gaceta Universitaria el 21 de junio de 1918.

Reforma Universitaria de 1918

Manifiesto de Córdoba

La Juventud Argentina de Córdoba a los hombres libres de Sudamérica

21 de junio de 1918

Hombres de una República libre, acabamos de romper la última cadena que, en pleno siglo XX, nos ataba a la antigua dominación monárquica y monástica. Hemos resuelto llamar a todas las cosas por el nombre que tienen. Córdoba se redime. Desde hoy contamos para el país una vergüenza menos y una libertad más. Los dolores que quedan son las libertades que faltan. Creemos no equivocarnos, las resonancias del corazón nos lo advierten: estamos pisando sobre una revolución, estamos viviendo una hora americana.

La rebeldía estalla ahora en Córdoba y es violenta porque aquí los tiranos se habían ensoberbecido y era necesario borrar para siempre el recuerdo de los contrarrevolucionarios de Mayo. Las universidades han sido hasta aquí el refugio secular de los mediocres, la renta de los ignorantes, la hospitalización segura de los inválidos y —lo que es peor aún— el lugar donde todas las formas de tiranizar y de insensibilizar hallaron la cátedra que las dictara. Las universidades han llegado a ser así fiel reflejo de estas sociedades decadentes que se empeñan en ofrecer el triste espectáculo de una inmovilidad senil. Por eso es que la ciencia frente a estas casas mudas y cerradas, pasa silenciosa o entra mutilada y grotesca al servicio burocrático. Cuando en un rapto fugaz abre sus puertas a los altos espíritus es para arrepentirse luego y hacerles imposible la vida en su recinto. Por eso es que, dentro de semejante régimen, las fuerzas naturales llevan a mediocrizar la enseñanza, y el ensanchamiento vital de organismos universitarios no es el fruto del desarrollo orgánico, sino el aliento de la periodicidad revolucionaria.

Nuestro régimen universitario —aún el más reciente— es anacrónico. Está fundado sobre una especie de derecho divino; el derecho divino del profesorado universitario. Se crea a sí mismo. En él nace y en él muere. Mantiene un alejamiento olímpico. La federación universitaria de Córdoba se alza para luchar contra este régimen y entiende que en ello le va la vida. Reclama un gobierno estrictamente democrático y sostiene que el demos universitario, la soberanía, el derecho a darse el gobierno propio radica principalmente en los estudiantes. El concepto de autoridad que corresponde y acompaña a un director o a un maestro en un hogar de estudiantes universitarios no puede apoyarse en la fuerza de disciplinas extrañas a la sustancia misma de los estudios. La autoridad, en un hogar de estudiantes, no se ejercita mandando, sino sugiriendo y amando: enseñando.

Si no existe una vinculación espiritual entre el que enseña y el que aprende, toda enseñanza es hostil y por consiguiente infecunda. Toda la educación es una larga obra de amor a los que aprenden. Fundar la garantía de una paz fecunda en el artículo conminatorio de un reglamento o de un estatuto es, en todo caso, amparar un régimen cuartelario, pero no una labor de ciencia. Mantener la actual relación de gobernantes a gobernados es agitar el fermento de futuros trastornos. Las almas de los jóvenes deben ser movidas por fuerzas espirituales. Los gastados resortes de la autoridad que emana de la fuerza no se avienen con lo que reclaman el sentimiento y el concepto moderno de las universidades. El chasquido del látigo sólo puede rubricar el silencio de los inconscientes o de los cobardes. La única actitud silenciosa, que cabe en un instituto de ciencia es la del que escucha una verdad o la del que experimenta para crearla o comprobarla.

Por eso queremos arrancar de raíz en el organismo universitario el arcaico y bárbaro concepto de autoridad que en estas casas de estudio es un baluarte de absurda tiranía y sólo sirve para proteger criminalmente la falsa dignidad y la falsa competencia. Ahora advertimos que la reciente reforma, sinceramente liberal, aportada a la Universidad de Córdoba por el doctor José Nicolás Matienzo no ha inaugurado una democracia universitaria; ha sancionado el predominio de una casta de profesores. Los intereses creados en torno de los mediocres han encontrado en ella un inesperado apoyo. Se nos acusa ahora de insurrectos en nombre de un orden que no discutimos, pero que nada tiene que hacer con nosotros. Si ello es así, si en nombre del orden se nos quiere seguir burlando y embruteciendo, proclamamos bien alto el derecho a la insurrección. Entonces la única puerta que nos queda abierta a la esperanza es el destino heroico de la juventud. El sacrificio es nuestro mejor estímulo; la redención espiritual de las juventudes americanas nuestra única recompensa, pues sabemos que nuestras verdades lo son —y dolorosas— de todo el continente. ¿Que en nuestro país una ley —se dice—, la ley de Avellaneda, se opone a nuestros anhelos? Pues a reformar la ley, que nuestra salud moral lo está exigiendo.

La reforma Matienzo no ha inaugurado una democracia universitaria; ha sancionado el predominio de una casta de profesores. Los intereses creados en torno de los mediocres han encontrado en ella inesperado apoyo. Se nos acusa ahora de insurrectos en nombre de un orden que no discutimos, pero que nada tiene que hacer con nosotros. Si ello es así, si en nombre del orden se nos quiere seguir burlando y embruteciendo, proclamamos bien el alto el derecho sagrado a la insurrección. Entonces la única puerta que nos queda abierta a la esperanza es el destino heroico de la juventud. El sacrificio es nuestro mejor estímulo; la redención espiritual de la juventudes americanas nuestra única recompensa, pues sabemos que nuestras verdades lo son –y dolorosas- de todo el continente. ¿Qué en nuestro país una ley –se dice-, la ley de Avellaneda, se opone a nuestros anhelos? Pues a reformar la ley, que nuestra salud moral lo está exigiendo.

La juventud vive siempre en trance de heroísmo. Es desinteresada, es pura. No ha tenido tiempo aún de contaminarse. No se equivoca nunca en la elección de sus propios maestros. Ante los jóvenes no se hace mérito adulando o comprando. Hay que dejar que ellos mismos elijan sus maestros y directores, seguros de que el acierto ha de coronar sus determinaciones. En adelante, sólo podrán ser maestros en la república universitaria los verdaderos constructores de almas, los creadores de verdad, de belleza y de bien.

La juventud universitaria de Córdoba cree que ha llegado la hora de plantear este grave problema a la consideración del país y de sus hombres representativos.

Los sucesos acaecidos recientemente en la Universidad de Córdoba, con motivo de la elección rectoral, aclaran singularmente nuestra razón en la manera de apreciar el conflicto universitario. La federación universitaria de Córdoba cree que debe hacer conocer al país y a América las circunstancias de orden moral y jurídico que invalidan el acto electoral verificado el 15 de junio. Al confesar los ideales y principios que mueven a la juventud en esta hora única de su vida, quiere referir los aspectos locales del conflicto y levantar bien alta la llama que está quemando el viejo reducto de la opresión clerical. En la Universidad Nacional de Córdoba y en esta ciudad no se han presenciado desórdenes; se ha contemplado y se contempla el nacimiento de una verdadera revolución que ha de agrupar bien pronto bajo su bandera a todos los hombres libres del continente. Referiremos los sucesos para que se vea cuánta razón nos asistía y cuánta vergüenza nos sacó a la cara la cobardía y la perfidia de los reaccionarios. Los actos de violencia, de los cuales nos responsabilizamos íntegramente, se cumplían como en el ejercicio de puras ideas. Volteamos lo que representaba un alzamiento anacrónico y lo hicimos para poder levantar siquiera el corazón sobre esas ruinas. Aquellos representan también la medida de nuestra indignación en presencia de la miseria moral, de la simulación y del engaño artero que pretendía filtrarse con las apariencias de la legalidad. El sentido moral estaba obscurecido en las clases dirigentes por un fariseísmo tradicional y por una pavorosa indigencia de ideales.

El espectáculo que ofrecía la asamblea universitaria era repugnante. Grupos de amorales deseosos de captarse la buena voluntad del futuro rector exploraban los contornos en el primer escrutinio, para inclinarse luego al bando que parecía asegurar el triunfo, sin recordar la adhesión públicamente empeñada, el compromiso de honor contraído por los intereses de la universidad. Otros —los más— en nombre del sentimiento religioso y bajo la advocación de la Compañía de Jesús, exhortaban a la traición y al pronunciamiento subalterno. (¡Curiosa religión que enseña a menospreciar el honor y deprimir la personalidad! ¡Religión para vencidos o para esclavos!). Se había obtenido una reforma liberal mediante el sacrificio heroico de una juventud. Se creía haber conquistado una garantía y de la garantía se apoderaban los únicos enemigos de la reforma. En la sombra los jesuitas habían preparado el triunfo de una profunda inmoralidad. Consentirla habría comportado otra traición. A la burla respondimos con la revolución. La mayoría representaba la suma de la represión, de la ignorancia y del vicio. Entonces dimos la única lección que cumplía y, espantamos para siempre la amenaza del dominio clerical.

La sanción moral es nuestra. El derecho también. Aquellos pudieron obtener la sanción jurídica, empotrarse en la ley. No se lo permitimos. Antes de que la iniquidad fuera un acto jurídico, irrevocable y completo, nos apoderamos del salón de actos y arrojamos a la canalla, sólo entonces amedrentada, a la vera de los claustros. Que esto es cierto, lo patentiza el hecho de haber, a continuación, sesionado en el propio salón de actos la federación universitaria y de haber firmado mil estudiantes sobre el mismo pupitre rectoral, la declaración de huelga indefinida.

En efecto, los estatutos reformados disponen que la elección de rector terminará en una sola sesión, proclamándose inmediatamente el resultado, previa lectura de cada una de las boletas y aprobación del acta respectiva. Afirmamos, sin temor de ser rectificados, que las boletas no fueron leídas, que el acta no fue aprobada, que el rector no fue proclamado, y que, por consiguiente, para la ley, aún no existe rector de esta universidad.

La juventud universitaria de Córdoba afirma que jamás hizo cuestión de nombres ni de empleos. Se levantó contra un régimen administrativo, contra un método docente, contra un concepto de autoridad. Las funciones públicas se ejercitaban en beneficio de determinadas camarillas. No se reformaban ni planes ni reglamentos por temor de que alguien en los cambios pudiera perder su empleo. La consigna de «hoy para ti, mañana para mí», corría de boca en boca y asumía la preeminencia de estatuto universitario. Los métodos docentes estaban viciados de un estrecho dogmatismo, contribuyendo a mantener a la universidad apartada de la ciencia y de las disciplinas modernas. Las elecciones, encerradas en la repetición interminable de viejos textos, amparaban el espíritu de rutina y de sumisión. Los cuerpos universitarios, celosos guardianes de los dogmas, trataban de mantener en clausura a la juventud, creyendo que la conspiración del silencio puede ser ejercitada en contra de la ciencia. Fue entonces cuando la oscura universidad mediterránea cerró sus puertas a Ferri, a Ferrero, a Palacios y a otros, ante el temor de que fuera perturbada su plácida ignorancia. Hicimos entonces una santa revolución y el régimen cayó a nuestros golpes.

Creímos honradamente que nuestro esfuerzo había creado algo nuevo, que por lo menos la elevación de nuestros ideales merecía algún respeto. Asombrados, contemplamos entonces cómo se coaligaban para arrebatar nuestra conquista los más crudos reaccionarios.

No podemos dejar librada nuestra suerte a la tiranía de una secta religiosa, ni al juego de intereses egoístas. A ellos se nos quiere sacrificar. El que se titula rector de la Universidad de San Carlos ha dicho su primera palabra: «Prefiero antes de renunciar que quede el tendal de cadáveres de los estudiantes». Palabras llenas de piedad y de amor, de respeto reverencioso a la disciplina; palabras dignas del jefe de una casa de altos estudios. No invoca ideales ni propósitos de acción cultural. Se siente custodiado por la fuerza y se alza soberbio y amenazador. ¡Armoniosa lección que acaba de dar a la juventud el primer ciudadano de una democracia universitaria! Recojamos la lección, compañeros de toda América; acaso tenga el sentido de un presagio glorioso, la virtud de un llamamiento a la lucha suprema por la libertad; ella nos muestra el verdadero carácter de la autoridad universitaria, tiránica y obcecada, que ve en cada petición un agravio y en cada pensamiento una semilla de rebelión.

La juventud ya no pide. Exige que se le reconozca el derecho a exteriorizar ese pensamiento propio en los cuerpos universitarios por medio de sus representantes. Está cansada de soportar a los tiranos. Si ha sido capaz de realizar una revolución en las conciencias, no puede desconocérsele la capacidad de intervenir en el gobierno de su propia casa.

La juventud universitaria de Córdoba, por intermedio de su federación, saluda a los compañeros de América toda y les incita a colaborar en la obra de libertad que inicia.

Enrique F. Barros, Horacio Valdés, Ismael C. Bordabehere, presidentes - Gumersindo Sayago - Alfredo Castellanos - Luis M. Méndez - Jorge L. Bazante - Ceferino Garzón Maceda - Julio Molina - Carlos Suárez Pinto - Emilio R. Biagosh - Ángel J. Nigro - Natalio J. Saibene - Antonio Medina Allende - Ernesto Garzón.

martes, 14 de junio de 2011

14 de Junio - DÍA MUNDIAL DEL DONANTE DE SANGRE


El lema del Día Mundial del Donante de Sangre 2011, «Más sangre. Más vida», hace hincapié en la necesidad urgente de aumentar en todo el mundo el número de personas que donan sangre de forma voluntaria y habitual.
En la actualidad hay 62 países con servicios de transfusión de sangre basados únicamente en las donaciones voluntarias, mientras que en 2002 eran solo 39. De conformidad con la Declaración de Melbourne de 2009, en la que se pide a los países que logren que en 2020 la totalidad de las donaciones de sangre sean voluntarias y no remuneradas, el Día Mundial del Donante de Sangre tiene como objetivo incrementar la donación de sangre mediante:

• La concientización de que las transfusiones de sangre salvan la vida y mejoran la salud de millones de personas cada año.
• La motivación de más personas para que se conviertan en donantes de sangre habituales, voluntarios y no remunerados, a fin de garantizar reservas de sangre suficientes para atender las necesidades nacionales, incluso en situaciones de emergencia.
• El reconocimiento de los donantes habituales, voluntarios y no remunerados como modelos de conducta en materia de salud pública, pues es gracias a que tienen una vida sana y a que se someten a reconocimientos médicos periódicos que pueden donar sangre periódicamente.

En Argentina, un 40 por ciento de la población dona sangre por familiaridad con la persona que la necesita y en forma no habitual. Cabe destacar que una sola donación de una persona alcanza para salvar entre tres y cuatro vidas.
FUENTES: www.who.int y www.msal.gov.ar

lunes, 13 de junio de 2011

13 de Junio - DÍA DEL ESCRITOR

Leopoldo Lugones, en cuya memoria se conmemora hoy el Día del Escritor, nos dejó una obra abundante y multifacética, en la que recorre la mayoría de los géneros. Fue precursor de toda una generación de escritores argentinos y fundó la Sociedad Argentina de Escritores.
Lugones nació precisamente un 13 de junio (1874) en Villa María del Río Seco (Córdoba) y falleció el 18 de febrero de 1938 en el Delta del Paraná (Tigre, Buenos Aires).

Publicó 35 libros en vida, entre los que se cuentan Los crepúsculos del jardín, Lunario sentimental, El libro fiel, El libro de los paisajes, Las fuerzas extrañas, La guerra gaucha, Las horas doradas, entre otros.

jueves, 2 de junio de 2011

5 de Junio - DÍA MUNDIAL DEL MEDIO AMBIENTE

El Día Mundial del Medioambiente (WED) es un evento anual que busca ser el día más extensamente celebrado a nivel mundial, mediante una acción medioambiental positiva. Las actividades del WED se realizan durante todo el año pero su punto más alto es cada año el 5 de Junio con la participación de personas de todos los lugares geográficos.
Los bosques cubren una tercera parte de la superficie del planeta, realizando funciones vitales y servicios alrededor del mundo lo cual le da vida a nuestro planeta con posibilidades. De hecho 1.6 billones de personas depende de los bosques para su subsistencia. Ellos juegan un papel importante en nuestra batalla contra el cambio climático, liberando oxigeno a la atmósfera mientras que almacenan dióxido de carbono.

(artículo en completo en www.oei.es)